Cómo vencí el tedio y escribí el borrador de mi primera novela
Todo empezó a mediados de octubre del año pasado. Deambulando por internet descubrí que, cada año, un montón de gente se reunía cada año en noviembre para enfrentarse a un reto: NaNoWriMo. Dicho reto consiste en escribir una novela de unas 50.000 palabras en el escaso tiempo que suponen 30 días. No tardé en compartirlo por redes sociales, llamando la atención de mi amigo Dani. Juntos nos subimos a este carro y participamos en la edición de 2016, quedando para compartir ideas y planeando en qué viaje se iba a embarcar cada uno en sus 50.000 palabras.
Fracasé. Cuando llegó diciembre, ni siquiera había llegado a las 20.000 palabras: empecé el reto a mitad de mes, no fui constante, empecé sin haber pensado en ninguna historia... Sin embargo, la idea que surgió sin planificación, dejando que fuesen los dedos sobre el teclado quienes la ideasen día tras día, fue creciendo dentro de mí, adueñándose de mi mente. No existía otro tema de conversación en mi lengua que no fuese la Novela. Me dije a mí mismo: "Esto lo tengo que acabar".
Tras seis meses escribiendo de forma intermitente, acabé el borrador. Es cierto que todavía me queda mucho trabajo por delante, no lo niego, pero ni por asomo mi Yo de hace seis meses habría creído jamás que llegaría al objetivo. Este es el primer paso, salgo de este reto con mucho aprendido y la fortaleza de saber que soy capaz de hacer cualquier cosa. ¿Y qué pasos fueron los más importantes para cumplir mi objetivo? Os cuento los indispensables para mí:
Haz ejercicio
El deporte es el primer paso. No es que tengas que tener unos músculos de campeonato para poder escribir o ser capaz de correr la San Silvestre en un tiempo récord. Evidentemente, estar en forma no te hace mejor escritor. Sin embargo, en Octubre de 2016, yo era incapaz de sentarme cada día y dedicarme a un proyecto, me podía la falta de confianza. ¿Qué podía hacer?
Tras varios meses, descubrí que hacer ejercicio es el hábito más fácil de construir: es una actividad completamente mecánica y exige el mínimo de esfuerzo mental. Solo tienes que elegir una hora al día y un tiempo limitado y, todos los días (yo lo practico de lunes a sábado), moverte. Ponte una alarma cada día, sal a correr, busca tablas de ejercicios. Dedícale 20 minutos, dedícale 1 hora, lo que te permita tu tiempo libre pero hazlo. Lo importante es que no falles ningún día.
Ser capaz de dedicarle todos los días un tiempo al deporte crea un hábito y eso incentivará tu autoconfianza, te verás capaz de añadir hábitos nuevos en tu día a día. En mi caso, por ejemplo, empecé con las tablas de 8fit y, cuando empezaron a saberme a poco, comencé con los vídeos de Insanity por recomendación de un amigo deportista (generan adicción, aviso).
Escoge la herramienta adecuada
Es importante que estés cómodo con la herramienta que vas a usar. Escoger cuál usar es una decisión personal de cada uno, pero recuerda que, si te pones a escribir tu novela, vas a pasar mucho tiempo con ella, más que seguramente que el pasarás con amigos, con tu jefe o, incluso, tu propia pareja. Dedícale un tiempo antes de empezar y prueba cuantas necesites hasta que des con la que encaje mejor contigo.
Por suerte, el equipo de NaNoWriMo sugerían una herramienta perfecta para enfrentarse a su reto: Scrivener. Es la que yo elegí para mi proyecto y me ha venido de perlas, sobre todo porque la propia aplicación permite gestionar una biblia de la novela en la cual me permito almacenar información sobre los personajes, imágenes, documentación... Lamentablemente, la herramienta no es gratuita (cuesta unos 36€) pero por fortuna hay alternativas gratuitas en internet.
Escribe todos los días
Parece evidente pero a veces se nos olvida. Una de las razones por las que tantas y tantas veces he fracasado en mis proyectos, ya sean en el formato que sean, ha sido, precisamente, por no cumplir con esta regla a rajatabla, la más importante de todas.
Creía fervientemente que podía dejar todos mis proyectos para el fin de semana, ahí las incontables horas libres me permitirían lucirme escribiendo, tendría tiempo para hacerlo todo, podría acabar de una vez por todas con ese relato que persiste como borrador en un fichero perdido de mi Google Drive y presentarlo al CreaMurcia de este año. Qué gran mentira. Cada vez que volvía a un trabajo tras estar más de 2 días sin tocarlo tenía que empezar de nuevo. A veces, incluso, tan literal como que tiraba a la basura todo aquello que ya había escrito el fin de semana anterior.
Al igual que haces con el deporte, busca una hora libre en tu día a día, siéntate delante del ordenador o tu libreta y escribe. Lo que sea. Es lo que se llama la técnica Jerry Seinfield: márcate llegar cada día a un número mínimo de palabras y cúmplelo. Intenta avanzar sobre tu novela o bien, si estás bloqueado, quizás es un buen momento para escribir un microrelato sobre uno de tus personajes, uno que le dé más profundidad y te permita conocerlo mejor. Lo importante es que escribas.
Márcate una fecha máxima
Todo proyecto tiene que tener siempre una fecha de fin. Como dije al principio, yo participé en el NaNoWriMo con lo que ya me venía impuesta una fecha máxima de entrega: el 30 de noviembre. Como no la cumplí, el proyecto acabó alargándose durante varios meses, cosa que pesaría sobre mi estado de ánimo: sobrevolaba sobre mi cabeza la incertidumbre de si realmente sería capaz de acabarla o no.
Si te marcas una fecha tope no solo serás consciente de que tienes un plazo de entrega máximo sino que también podrás dividir el esfuerzo que necesitas hacer diariamente para cumplir dicha fecha, por ejemplo, sabiendo de antemano cuántas palabras has de escribir mínimo cada día. Para medir esto, yo usaba los Goal Trackers de NaNoWrimo que incluyen también un seguimiento de cuántas palabras llevas escritas y cuantas deberías haber escrito hasta el momento.
Céntrate en los personajes
Una de mis mayores inspiraciones para escribir la novela es la célebre serie Lost. En esta serie, uno de los personajes principales es Jacob y era quien se encargaba de marcar el destino de cada uno de los supervivientes del vuelo Oceanic 815. Pero Jacob no le decía a cada personaje qué es lo que tenía que hacer, les guiaba mostrándoles a cada uno de ellos lo que necesitaba saber para que actuasen en consecuencia, tomando ellos mismos las decisiones. Jacob era el alter ego de los guionistas, una metáfora de lo que es un escritor. Por ejemplo, en el capítulo de la sexta temporada llamado El Faro, Jacob le enseñaba a Jack cómo había dedicado toda su vida a espiarle desde la isla para que supiese lo importante que era, en vez de decirle textualmente que tenía que salvar la isla.
Tú eres Jacob y tus personajes están perdidos en una isla. Da igual la historia que quieras contar, en cuanto tus personajes tengan vida propia tendrán con ello anhelos, deseos, miedos, conflictos y opiniones propias. Da igual la historia que tengas en tu mente, esta se puede derrumbar en cualquier momento tan solo porque un personaje no esté conforme con lo que quieras que haga. No puedes decirle que actúe de tal o cual forma, pero sí le puedes guiar, les puedes enseñar El Faro.
A mí me ha ocurrido. Finalizando mi novela, uno de mis personajes ha decidido que el destino que tenía preparado para él no le convencía y ha preferido actuar de otra forma distinta. ¿Qué puedo hacer con eso? Pues aceptarlo y adaptarme, ser paciente con la narración y cambiar el rumbo que tenía prefijado mentalmente de los acontecimientos.
Escoge la música adecuada
Si eres como yo, la música que escuchas mientras escribas va a marcar el ritmo de tu novela. Si eres de escribir con música de fondo, es importante que le dediques unos minutos de tu tiempo a prepararte una playlist inspiradora. Soy más partidario de escoger los temas tú personalmente, pero también puedes encontrar buenos ejemplos de listas para escribir en Spotify. Suelo poner dos condiciones a los temas escogidos: que sean temas sin letra (distrae) y que el tono de estos tenga relación con la historia o la escena que vas a contar.
Para mi novela particularmente me han funcionado muy bien las bandas sonoras y la música electrónica, es por ello que las de Mad Max: Fury Road, Juego de Tronos, o las composiciones de Hans Zimmer formaban parte habitualmente de mi playlist a la hora de escribir.
Y no pasa nada si un tema lo tienes que poner en bucle. En uno de mis momentos más inspirados me puse el tema Light of the Seven de Ramin Djawadi cinco veces seguidas hasta que conseguí terminar la escena que estaba escribiendo.
La técnica Pomodoro
Céntrate. Si os ocurre como a mí, cuando empezaba a escribir mis sentidos estaban en mil sitios a la vez: dos monitores encendidos, el móvil vibrando cada cierto tiempo, Facebook, Twitter, Steam... No era viable, a los pocos minutos de empezar perdía la concentración, mis ojos se iban a la segunda pantalla y, de repente, había perdido el hilo, esa idea tan buena que tenía para ese personaje se volatilizaba en segundos.
La técnica Pomodoro consiste en acotar temporalmente tus periodos de máxima concentración en periodos de 25 minutos seguidos de un descanso de 5 minutos. Estos intervalos son los recomendados, sin embargo se pueden amoldar a las necesidades de cada uno. Lo importante es que estén acotados, que durante un tiempo mínimo sepas que tienes una tarea y solo una a la que dedicar toda tu atención. A veces, yo mismo concatenaba varios pomodoros seguidos sin respetar el tiempo de descanso, muchas de ellas porque estaba inspirado y necesitaba seguir tecleando.
Sin embargo, acudas o no a la técnica pomodoro, lo indispensable es que te abstraigas al máximo de cualquier interrupción externa:
- Silencia y guarda tu móvil en un cajón.
- Cierra todos los programas de tu ordenador que no sean indispensables para escribir (editor de texto, Spotify...).
- Ten solo un monitor enchufado.
- En el navegador, cierra todas las pestañas que no necesites y desactiva cualquier extensión que genere notificaciones (yo suelo dejar abierto el Goal Tracker de NaNoWrimo y la extensión Pomodone para medir los pomodoros).
- Usa unos cascos con cancelación de ruido (a ser posible) para que no te molesten tus familiares, tus compañeros de piso o incluso los ruidos de tus propios vecinos.
- Si trabajas con tu editor de texto en navegador, activa siempre el modo pantalla completa (F11).
Además de todo esto, también ayuda seguir el pomodoro con un objetivo en número de palabras e ir anotando en un papel lo que vayas consiguiendo en cada intervalo. Normalmente, trato de pelear por el #1K30min (1000 palabras en 30 minutos) aunque lo más cerca que he estado de dicho logro han sido 874 palabras. Si mantienes un registro del número de palabras que haces en cada pomodoro, verás cómo con cada nuevo registro el número irá siendo cada vez mayor y espoleará tu propia autoestima.
No mires atrás
Muy importante en una primera escritura. Cuando estás escribiendo el borrador de tu novela nunca debes releer lo que has escrito. ¡Jamás! Ahora mismo estás luchando por escribir tu historia, conocer tus personajes y terminarla lo antes posible. Ya tendrás tiempo, cuando la acabes, de ir perfilando y arreglando todo ese barullo de palabras que has escrito a base de sprints.
Si relees, verás la cantidad de errores gramaticales y ortográficos que has ido cometiendo, tendrás el instinto de arreglarlos o bien puede que incluso afecten a tu propio ánimo haciéndote sentir un mal escritor. Déjalos ahí, termina y ya volverás más adelante para subsanarlos.
¿Y qué ocurre con las incoherenias argumentales? ¿O si has olvidado cómo habías descrito o cómo era tal personaje? Con el editor de texto que uses, deberías poder gestionar la biblia de tu novela. Una biblia es donde un escritor va escribiendo todo lo que sabe sobre el micromundo que ha ido creando: ciudades, personajes, detalles históricos, descripciones... Yo incluso me descargo imágenes para ahorrarme tener que describir objetos o personajes y las guardo ahí.
Es importante que cada nuevo detalle que vayas descubriendo lo vayas anotando en tu biblia personal. Incluso cambiarlo aunque contradiga algo que escribiste páginas atrás, ya lo amoldarás al nuevo contexto. Por eso es imprescindible no solo que dicha biblia sea de fácil acceso sino que también sea fácil añadir nuevo contenido en ella.
Cómete una rana a primera hora del día
Es posible que tú seas de los que dice: "llego a las mil a casa reventado del curro. ¿Con qué fuerzas me voy a poner una hora a escribir todos los días?". He de decir que, en mi caso particular, tengo la suerte de trabajar en una empresa en la que tengo unos horarios muy flexibles, terminando mi jornada la mayor parte de los días a las 15h. Sin embargo me encuentro con que lunes y martes mi horario de salida es a las 18:30h con lo que, si dichos días quería hacer mi hora de deporte y no perder mi hora de escritura, al final acababa poniéndome con mi novela a las 22h de la noche sin energía alguna para teclear. Evidentemente, en la mayoría de esos inicios de semana acababa eludiendo la escritura o el deporte, afectando negativamente al hábito que había construido. ¿Qué podía hacer?
Empezar a levantarme a las 6 de la mañana, una hora antes de lo que estaba habituado, me hizo ganar una hora cada día. Me puse como objetivo escribir 1000 palabras al día, dedicando esa hora extra a escribir. Como mi ritmo era de aproximadamente 500 palabras cada media hora, la mayoría de días ya había cumplido mi objetivo nada más empezarlos, ya llegase a casa a las 19h o a las 15:30h.
Cuéntale tu historia a todo el mundo
Un día te sientas delante de tu ordenador y ocurre lo peor: la página en blanco, estás bloqueado. Da igual lo que escribas, instintivamente lo borras. No sabes por dónde girar, tus personajes te han llevado a un callejón sin salida del que no puedes salir. No puedes cumplir con tu objetivo diario de palabras. Lo primero es no entrar en pánico. Esta situación es normal y te ocurrirá muchísimas veces cuando escribas, tendrás que tomar decisiones y, encima, vivir con la incertidumbre de si el camino que has escogido para tus personajes es el mejor o no.
Lo que mejor me ha funcionado para vencer la situación de bloqueo es algo que usamos mucho en el mundo de la programación: la técnica del pato de goma. La técnica consiste en coger un objetivo inanimado, a ser posible que tenga forma de pato o antropomórfica, y contarle de viva voz lo que has escrito hasta el momento y el punto en el que te has quedado bloqueado, describiéndole también la situación de tus personajes y haciendo nuevamente un repaso de los conflictos de cada uno de ellos (puede que sus motivaciones sean parte del problema). Si hablarle a un pato de goma te resulta incómodo también puedes hacer lo mismo con un amigo, un familiar o tu pareja; pero recuerda, esto también tiene una parte negativa: cualquier consejo que te dé cualquiera de ellos sobre cómo deberías encauzar tu relato será muy probablemente un consejo malo, por muy creativo que sea cualquiera de ellos. Al fin y al cabo, la novela es tu obra y debe ser como tú quieras que sea.
Conclusión
Como véis, cualquiera puede escribir una novela. Estos sencillos pasos me funcionaron y con ellos conseguí alcanzar las 50.000 palabras (unas 175 páginas), algo que veía imposible meses atrás. Sé que puedo no ser el mejor ejemplo, pero espero sinceramente que todo lo que aprendido por el camino os inspire y guíe.
Sobre mi novela: ahora mismo la tengo en un cajón, descansando, hasta que volvamos a vernos dentro de un par de semanas y retomemos juntos nuevamente este viaje hasta que, de una vez por todas, la haya terminado.
Imagen del post cortesía de Aaron Burden